miércoles, 5 de agosto de 2009

Octavo parte de guerra. Día de la Batalla.

Mando de Vanguardia, primera línea de combate.

El Alférez Javier Bultó de Barriga, de la Primera Escuadra de las Colonias de Ultramar, informando por orden de su Teniente, quien disfruta de merecida licencia.
En esta gloriosa jornada, que en el futuro será celebrada, se ha librado la esperada batalla de la Arrixaca y tengo el orgullo de informar del grandísimo paso que ha supuesto hacia la victoria final. El enemigo ha sido abatido, aunque los cálculos en cuanto a su número y fuerza habían sido demasiado optimistas. Los paliativos para los cobardes; a continuación le enumero las bajas que merecen todo honor por su resistencia:
• El batallón Pancreático ha caído en su totalidad. Honor y Gloria.
• La mitad de las tropas del Quinto Estomacal han dejado su vida en el campo de batalla con Fuerza y Valor.
• La escuadra Duodenal se entrego hasta el último aliento creyente de la Victoria de nuestro bravo Ejército.
Nuestro estratega, Carlos Cerquella, asegura que estas entregas han sido cruciales y que, de no haber sido así, el Capitán Sánchez Bueno se habría visto obligado a deponer las armas y batirse en retirada. Muy al contrario, sacrificó esas tres falanges, coronando el triunfo en menos de cinco horas. El campo de batalla ha quedado limpio de todo rastro enemigo.
El Mando Estratégico vaticina un período de paz de al menos dos semanas dado el durísimo golpe que han recibido las filas adversarias, durante las que se analizará cuidadosamente el campo de batalla e Inteligencia evaluará las armas recogidas a los traidores a la Causa.
Para asegurar que entre los nativos no ha quedado ningún renegado, tras el período de paz, estimadas las fuerzas por batir y reagrupadas las filas, estaremos prestos para una guerra de guerrillas hasta eliminar el último resquicio de deslealtad y conspiración.
He tenido el altísimo honor de, a su orden, hacer entrega de las credenciales de Capitán a Bultó de Barriga padre, quien agradece la consideración y pronto me ha encargado charretera y casaca nuevas. Cuando le visité entonaba los siguientes párrafos:


Alegre voy al campo de batalla
alzando al cielo el rojo pabellón.
Fuego tendrá mi grito de victoria,
lumbre la noche, vida la pasión…

Sin quebrar la sonrisa en mis labios…
Sin que tiemble, en el pecho, el corazón,
¡adelante! ¿Qué importa la metralla?,
la granada, o el tanque, o el cañón?

¡Corran ya llamarada de mi sangre!
¡Entonen mis heridas su canción…!
No hay fatiga ni sed en la esperanza:
no habrá derrota si confío en Dios…

¡A vencer! A vencer en el combate…
Lejos queden la muerte y el dolor…
Ya prendidas están en mis pupilas
la luz del alba, el triunfo y el amor…

Florecerán grandeza la victoria,
sol la sonrisa, vida la ilusión,
cuando la paz, con sus marciales gritos
venga trayendo luz al corazón.

Igual que siempre y siempre igual, siempre a sus órdenes, mi General.

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