martes, 18 de agosto de 2009

Decimosexto parte de guerra

Mi general: en el día de hoy, glorioso 18 de agosto, nuevamente hemos sido visitados por el Capitán Sánchez Bueno y la Capitán Torres, acompañados de una tropa formada por atléticos tenientes y una alférez de buen ver, quienes -tras un pequeño escarceo con el libro de órdenes- han examinado atentamente el campo de batalla y se han cuadrado ante las órdenes del Capitán:
 + ¡Que se retire inmediatamente el resto de la alambrada (puntos-grapa) que cercaba el campo de batalla, que ya es terreno ganado al enemigo!
 + ¡Que se eliminen las bocas de los dos canales de desagüe (catéteres), se calafateen adecuadamente (betadine) y se cubran con el poncho blanco de la paz (venda)
 + ¡Que se avise al Jefe de Megafonía (otorrino) dado que los receptores no funcionan adecuadamente! (estoy más gordo que una tapia)

Pese al fallo de megafonía, el Capitán Sánchez Bueno se ha hecho escuchar con un contundente ¡Formen filas! ¡Adelante! La oficialía -que alternaba en sus uniformes los colores blanco y verde, se ha despedido cantando:

 Juega mi Betis al fútbol con           
 ese duende que da la tierra,          
 delante de su gente, que lo            
           seguimos sin rechistar.                    

Si gana, ¡viva el Betis!
Si pierde, que viva el Betis,
que viva el Betis güeno, es el
grito de hermandad.

       Colores verdiblancos para un          
       equipo que es de Primera,               
       en un glorioso estadio que es           
       Benito Villamarín.                            

Verdiblanco mi Betis, blanca
y verde es mi bandera,
como la de la tierra que cruza
el Guadalquivir. 

     Ante tamaña agresión al Honor Madridista, el que suscribe ha decidido tomarse la justicia por su cuenta, desatender permanentemente cualquier indicación del personal sanitario que no vaya ataviado de pulquérrimo blanco y retirar el saludo a los agresores. O sea, que desde hoy y hasta nuevo aviso, solo atenderé a ambos capitanes y al leal cuerpo de enfermeras.

¡Siempre a s'órdenes, Señor!

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